"Es imposible", "no se puede hacer nada", "son muy rápidos"... las propias declaraciones de Nasser Al-Attiyah durante la carrera le dan un gran valor a ese segundo puesto conseguido. "Estoy muy contento", espetaba en el podio de Rosario. Y no es para menos porque ha sabido jugar la baza de la fiabilidad y la regularidad, además de la suerte, para hacerse con un nuevo podio en la carrera más dura del mundo. Los Peugeot eran superiores, lo han sido, pero han tenido fallos. Loeb se hundió merced a su inexperiencia; a Sainz le pasó factura la mecánica.
Resignación inicial
Arrancó a espaldas de los Peugeot. Segundo en la tercera etapa, fue solo un espejismo. De ahí hasta la jornada de descanso, apenas pudo asomar Al-Attiyah por el podio de cada etapa. Cuarto, cuarto, quinto... Pese a ello llegó a la jornada de descanso a solo 17 minutos del líder. Y es que pese a no haber podido con los leones, tampoco se había dejado grandes márgenes de tiempo.
Al-Attiyah no pudo demostrar la superioridad del Mini en pistas duras.
Pero en la arena tampoco pudo recortar esos 17 minutos que perdía. Y eso que Al-Attiyah ganaba, al fin, en Belén, con el primer aperituvo entre las dunas. Eso sí, en las dos etapas siguientes no pudo seguir el ritmo de los mejores. Clave fue la etapa entre Belén y La Rioja. Las Dunas de Fiambalá iban a enjuiciar la carrera y también a Nasser. Un vuelco, en los primeros kilómetros de la etapa, le dejaba sin opciones. La humedad de la arena provocó muchos accidentes del estilo y el catarí se dejó 52 minutos en meta. Eso sí, la buena noticia para él era el abandono de Carlos Sainz. Subía hasta el segundo puesto pese a verse superado por compañeros del equipo Mini y por varios Toyota en aquellas dos jornadas clave.
Buen sabor de boca
Cerró el Dakar en gran forma. Ganó la undécima etapa y escoltó a los exWRC en dos jornadas finales de gran velocidad. Caminos, esos caminos que se esperaban tan bonitos para los Mini y que acabaron fraguando la desesperación del 'Príncipe' al inicio de la prueba. Eso sí, su perdición fue la arena, el desierto. Y es que ahí, el rey, el señor, el más fuerte, es Stephane Peterhansel.
"Estoy contento con el segundo puesto". La desesperación inicial, las declaraciones que exponíamos al principio del artículo, la sensación de superioridad de los Peugeot provoca que Nasser se vaya contento pese a no ganar. Hizo lo máximo. No pudo con Monsieur Dakar, pero contento de todos modos.
Peterhansel y Al-Attiyah celebran sus puestos.
¿Cambio de paradigma?
Una vez más en el podio, y ya van cuatro. "Ya veremos qué pasa a partir de ahora. Soy libre. No tengo contrato para el año que viene". Y es que los buggys, los tracción trasera, ya le han ganado la partida a los 4x4, a los Mini y los Toyota, en el Dakar. Más rápidos en las pistas, también en la arena... solo la fiabilidad parece inferior a la de los cuatro ruedas motrices. El futuro está en los buggys. Lo saben en X-Raid. Habrá que ver si Al-Attiyah está dispuesto a aguantar, a esperar. Más bien parece que volverá a intentarlo de forma individual, habida cuenta de sus declaraciones.
Pese a mostrarse contento con el segundo puesto, a Nasser no le gusta perder. Es un ganador nato y hace todo lo posible por ganar. Da igual la cantidad de dinero, da igual el sacrificio que conlleve. Lo que está claro es que el catarí acudirá a la edición 2017 con un vehículo ganador, hecho solo para ganar. Porque así concibe Al-Attiyah este mundillo, como una lucha en la que solo vale ganar.
Fotos: RTRPIX, Dakar/DPPI y X-Raid.
via http://www.motoryracing.com
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