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martes, 23 de julio de 2013

LA POESIA DE LA F1 Al compás zíngaro de Boutsen


Esperando que el Danubio no divida este Mundial de Fórmula 1 2013 en un primer puesto inaccesible y el resto. El resto, desde Alonso hasta Chilton, que lucharían por las migajas que Sebastian Vettel iría dejando en su paso firme hacia su cuarto entorchado consecutivo a lomos del 'Toro Rojo', que a diferencia de Zeus convertido en toro blanco con Europa a cuestas, no traería nuevas conquistas al Campeonato. Esperando que este próximo fin de semana Hungaroring siga manteniendo ese nivel competitivo y lleno de variables de la primera mitad de temporada.

En 1990 lo consiguió, a pesar de darle los placeres de la victoria a un belga, desconocido para muchos, héroe retro para otros, que saboreó las mieles de subirse a lo más alto del podio por última vez en el trazado húngaro. Pilotaba un Williams y el Mundial era un mano a mano entre dos de las más grandes leyendas de nuestro deporte. ¡Adivinen!

La Ópera Nacional no sonaba en aquel conjunto de hormigón, asfalto y pianos que había debutado en 1986 con la victoria de Nelson Piquet, por delante de Ayrton Senna y Nigel Mansell. El sábado, Thierry Boutsen conseguía su primera, y a la larga, última pole position del belga en el 'Gran Circo' y la aprovechaba para arrancar por delante de Berger, Patrese, Mansell y Alesi. Con el número cinco sobre el morro de aquel FW-13B que sólo llevó a Williams a la victoria en aquella tarde húngaray meses atrás, en otra leyenda casi abandonada en nuestros días, el trazado sanmarinense de Ímola, un belga escribía una página dorada casi olvidada.

Al compás del Renault RS2 3.5 V10, Williams, con el gran apoyo de Canon por aquellos días, se enfrentaba a los potentes V12 de Ferrari, siguiendo el camino que McLaren, que se haría con el título de Constructores de aquella temporada, había marcado. Hungaroring siempre ha parecido una ratonera en la que alguien decidió meter coches de carreras pero lo cierto es que si hablas con algunos pilotos siempre tienen un grato recuerdo de esas chicanes en segunda y esa entrada a meta en la que el subviraje puede jugarte una mala pasada. 

No fue Senna, ni Prost, que abandonó, ni Patrese, ni Mansell...el que tiñó de negro, gualda y rojo el podio de Hungría fue Thierry Boutsen, cabalgando hacia una victoria que fue olvidada con el devenir del tiempo, el pasar de los otoños y el caer de los mitos. Un triunfo que en Bélgica alguien recordará, pero que parece haber sido sepultado por la losa de los 2000'. La magia zíngara de las tierras regadas por el Danubio tiene algo que hechiza y, aunque solo sea por eso, Hungaroring siempre tiene algo de especial: el calor, sus fechas veraniegas, el parón posterior hasta la llegada de Spa...

En la retina siempre quedan los más renombrados, los tocados por la varita, pero a veces se olvida que otros héroes, casi anónimos, lograron grandes logros en la Fórmula 1 y aun siendo simples pilotos, regalaron sonrisas a aquellos niños de los 90' que soñaban con llegar a cruzar una recta de meta bajo la bandera a cuadros. La melodía zíngara cautivó a muchos y por 28ª vez lo volverá a hacer este fin de semana.

via http://www.f1aldia.com

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