En los últimos meses, Red Bull ha perdido varios ingenieros de prestigio. Piezas clave en ese puzzle con el que han conseguido dominar la Fórmula 1 durante cuatro temporadas consecutivas. ¿Podría esta fuga de cerebros acabar con la dictadura del equipo? Porque la F1, a pesar de estar totalmente personificada en los héroes que conducen, quienes levantan los trofeos y beben champán, es un deporte de equipo que responde a la definición más amplia que pueda haber de ese concepto.
Si abordamos, por ejemplo, el equipo Red Bull, su funcionamiento depende de unas 800 personas, sin dejar de tener en cuenta que ellos no se encargan de la fabricación del motor, ya que se lo compran a Renault. Descartemos también, en esa numerosa familia, aunque su labor sea imprescindible, a un 30% de la plantilla encargada de labores administrativas u otro tipo de servicios adyacentes a la propia actividad de la escudería, pero que no incidan directamente sobre las áreas de diseño.
Los departamentos de diseño y fabricación de los monoplazas de Red Bull están integrados por más de 300 personas organizadas dentro de una jerarquía que finaliza en Adrian Newey. En ese esquema, cada empleado tiene una función, y posiblemente nunca tenga otra. Es decir: el ingeniero encargado de diseñar un tornillo, es probable que nunca tenga que preocuparse de cómo son el resto. Es más, seguramente nunca lo sepa. El mecánico que cambia la rueda delantera derecha en una parada en boxes, solo se debe preocupar de sustituir ese neumático en el menor tiempo posible y con absoluta precisión. Sus movimientos son parte de una coreografía, pero él solo debe encargarse de sus propios gestos (este año consiguieron batir el récord mundial en hacerlo: cambiaron las cuatro ruedas de Webber en 1,925 segundos en el pasado GP EEUU). Este sesgo de información es algo que la Fórmula 1 ha heredado de las grandes empresas industriales, donde la superespecialización garantiza dos cosas: por un lado, la concentración máxima del empleado en un solo trabajo y, por otro, que las fugas de información queden minimizadas en el caso de que esa persona abandone la estructura.
Con todo ello pretendo que el lector se haga una idea de la envergadura que toma ese concepto de deporte de equipodentro de la F1, y que recuerde que para queVettel levante el dedo al cruzar la línea de meta, hay varios centenares de personas que han tenido que alcanzar la excelencia en su trabajo, incluido el propio piloto. En las últimas semanas, hasta tres de los ingenieros más importantes que tiene el equipo han anunciado su fecha de liquidación. El más importante de todos ellos es, sin duda alguna,Peter Prodromou, aerodinamista jefe y mano derecha de Adrian Newey, que se incorporará a McLaren en 2015. Por detrás de él han salido, con destino Mercedes, Mark Ellis y Gile Wood. Ambos empezarán a trabajar con sus nuevos colores a partir de junio de 2014, el primero de ellos como director de rendimiento, mientras que el segundo será jefe de ingenieros, simulación y desarrollo, dentro del equipo alemán. Para compensar la pérdida han recolocado a Pierre Wache como ingeniero jefe de mecánica. También a primeros de diciembre, Shaun Whitehead anunció que dejaría Red Bull para colocarse al frente de la área de Proceso Aerodinámico de Williams. Por ahora, nadie puede garantizar que los recambios a estas bajar vayan a conseguir los mismos resultados. Por último, existen rumores de que Adrian Newey podría dejar de diseñar para la Fórmula 1 y aventurarse en otras disciplinas que parece que le han llamado la atención, como la naútica. Es decir, algo está pasando en Milton Keynes...
Como ya hemos comentado en otras ocasiones, Red Bull es una escudería joven (nació en 2005) que ha germinado dentro de la era digital y que maneja uno de los mayores presupuestos del campeonato. En su trayectoria se aprecian perfectamente esos primeros pasos temblorosos: una línea ascendente de resultados, un pico de éxito con la primera victoria en 2010 y una madurez que está alargando esa estabilidad en el triunfo. En menos de una década han ganado ocho títulos mundiales, cuatro de pilotos y cuatro de escuderías. Han aprovechado hábilmente el inmovilismo mecánico que ha tenido la era de los motores V8 jugando con el diseño aerodinámico, en eso, han sido los mejores.
A partir del año que viene habrá un gran cambio y las áreas mecánicas volverán a tener un protagonismo que ya se echaba de menos en un deporte llamado 'de motor'. Por eso, en Ferrari se frotan las manos, porque ellos lo que saben hacer son motores. Esto no quiere decir que el propulsor con el que va a contar Vettel, el Renault Energy F1, no vaya a ser una buena mecánica. Por descontado que la marca francesa está trabajando duro en ello y seguramente sea uno de los mejores; pero también puede que aquellos equipos que fabriquen el motor y el monoplaza en la misma sede cuenten con ventaja a la hora de conseguir un buen coche.
Cuando las ratas abandonan el barco...
Hasta aquí el aspecto deportivo o 'tangible' de este análisis sobre lo que está ocurriendo en Red Bull. Pero hay otros factores que conviene tener muy en cuenta de cara al futuro. Para empezar, no hay que olvidar que la escudería Red Bull Racing es una mera herramienta de marketing. Es decir, Ferrari vive de vender coches y corre carreras con ellos para demostrar que son los mejores. McLaren, Williams o Sauber son equipos deportivos fundados por un emprendedor apasionado de la competición y que han conseguido, a lo largo de las décadas, sobrevivir con la ayuda de socios que iban y venían.
Pero Red Bull, en su esencia, no tiene nada que ver con la gasolina más allá de ser el jarabe que te tomas cuando quieres hacer un viaje de noche. Es una multinacional que vive de vender bebidas energéticas, y su auténtico rival vestido de rojo no es Fernando Alonso, sino 'Coca-Cola'.
Sobre la base de esta actividad han montado una monstruosa maquinaria propagandística digna de estudio en la historia de la comunicación. La marca de Dietrich Mateschitz ha 'infectado' absolutamente todas las ramas del deporte con sus colores y su famoso Te da alas. Actualmente, patrocinan a deportistas y equipos de más de 70 disciplinas distintas y, casi siempre, poniendo sus euros en el caballo ganador. Vettel solo es uno de sus 'empleados', pero también tienen en nómina al vigente Campeón del Mundo de Rallyes, Sebastien Ogier, y a su predecesor, Loeb, a Marc Márquez, Carlos Sainz, Cyril Despres (cinco veces campéon del Dakar en motos), y así un largo etcétera que va mucho más allá de donde alcanza la vista del aficionado medio. ¿Recuerdan la trepidante final de la Copa América de Vela en la que el equipo Oracle consiguió una espectacular remontada? Pues en sus cascos llevaban al famoso 'Toro Rojo' austriaco.
Son los verdaderos reyes del marketing del siglo XXI, y por hacer, hasta han conseguido tener su propio programa espacial, con la colaboración de la NASA, para tirar a un ser humano desde la estratosfera y retransmitirlo en riguroso directo ¿Alguien da más?
Así que la Fórmula 1 solo en uno de los cientos de escenarios planetarios donde Red Bull se hace publicidad. Lógicamente, la calidad del éxito que están consiguiendo, y el hecho de derrotar a otra de las grandes marcas comerciales mundiales (Ferrari), ha convertido a la F1 en el ojito derecho de Mateschitz. Pero puede que no se queden de por vida saltando el aro de fuego en el Circo de Bernie.Entre 2011 y 2012, la inversión de Red Bull en su equipo de Fórmula 1 disminuyó aproximadamente un 20% (unos 20 millones de euros). Que nadie se eche las manos a la cabeza aún, porque el equipo seguirá teniendo superávit mientras sigan llevándose la mayor parte del reparto de premios. Pero: ¿Y si esto deja de ocurrir? ¿Y si la nueva F1 de los V6 Turbo y su complejidad técnica dejan de ser útiles para Red Bull? ¿Se quedará Vettel sin equipo? Probablemente no, porque cabe la posibilidad de que aunque la propiedad de la escudería cambie de manos, ellos mantengan su presencia como patrocinadores, como hacen con otros deportes. Pongamos, por ejemplo, que llegado el caso, le pasaran la 'patata caliente' a uno de sus principales socios, Infiniti, marca premium de Nissan, que sí se dedica a esto de hacer coches. Mientras que Red Bull opte por quedarse en formato 'pegatina'. Esa sería una de las posibles opciones.
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