Lorenzo posa para este diario en su oficina a las afueras de Barcelona, ayer.
No se preocupe, no volveré a plantearle el tema del vídeo de su mansión. «No, no, si quiere seguimos hablando de ello». No, no, no tengo intención alguna, usted ya dijo lo que quería decir. «Dije la verdad: ese vídeo estaba pensado y hecho para difundirlo solo en EEUU en programas como MTV Cribs donde estrellas del deporte enseñan sus casas y lo colgaron en Youtube sin mi autorización». Le he dicho que no quería hablar más del tema. «Pues gracias».
Jorge Lorenzo (Palma, 1987) ha sido este año el piloto que más carreras ha ganado (ocho, por seis de Marc Márquez) y ha sido el único que ha llevado al mago de Cervera hasta la última carrera para obligarle a coronarse nuevo rey con enorme esfuerzo y presión. Lorenzo ha recibido tantos elogios como Márquez y él ha rebotado esos piropos hacia el rookie más grande de la historia.
-Confiese, ¿ha sido su mejor año?
-No puedo confesarlo. No lo ha sido. Para alguien como yo, solo sirve ganar y lo digo sin ser osado, lo digo como lo siento: el campeón es el principal favorito. Y yo he perdido. Pero, eso sí, en cuanto a pilotaje, gracias a mi sacrificio, constancia y la ayuda de mi padre, ha sido mi mejor año.
-Le duele haber sido segundo.
--Puede que eso le duela a poca gente, pero a mi me duele, sí. Eso sí, me considero el hombre más afortunado del mundo y cada día cuando me levanto lo agradezco. Esto, además de un deporte, es un juego. Y, como juego, ganas y pierdes. Jamás hubiese soñado tener lo que tengo, haber ganado lo que he ganado y oír los elogios que he oído sobre mi pilotaje. Me ha ganado el mejor rookie de la historia, me ha ganado Marc Márquez, que ha hecho una temporada excelente. No le puedo quitar mérito a Marc, ha sido un justísimo vencedor. Se fue Casey Stoner, que era un genio, con un talento inigualable y ha llegado Marc, que es un talento de dimensiones parecidas.
-Y eso que usted lo persiguió, incluso, hasta los despachos.
-No, perdone, no le perseguí hasta los despachos, eso no fue así. Yo apreté a los miembros de Dirección de Carrera, a los árbitros, porque creí, y sigo pensándolo, que este deporte tiene reglas que no se pueden pasar. Y que, si se traspasan, como creo que ha hecho Marc este año, ha de haber alguien que enseña la tarjeta amarilla o roja como ocurre en el fútbol. Y como hicieron conmigo, en el 2005, cuando me sancionaron sin correr un GP. Me lo merecí, como creo que se lo ha merecido Marc este año. Y aprendí. Mi manera de ver las carreras y correr cambió completamente a partir de aquella sanción. Insisto, una sanción que fue justa.
-Hay quien cree que la aparición de Márquez en MotoGP les ha puesto las pilas a todos ustedes.
-Antes de la llegada de Marc, éramos más conservadores, si se puede hablar de ser conservadores cuando vas a 340 km/h., pilotando una moto de 180 kilosy 250 caballos de potencia. Digamos que el estatus de MotoGP estaba muy establecido. Casey Stoner, Dani Pedrosa y yo dominábamos todas las carreras y, a menudo, preferíamos acabar segundos o terceros, que arriesgarnos a perderlo todo si buscábamos la victoria. Ahora, la ambición de Márquez, que quiere ganarnos a todos en todos los circuitos, ha hecho que o espabilábamos o Marc nos arrollaba.
-La verdad es que los duelos que se han visto han sido tremendos.
-Marc nunca se conforma y, en ese sentido, su llegada ha agitado, y mucho, la parrilla de MotoGP. Sobre todo, ha hecho que Dani y yo creciésemos como pilotos. Y él, también, claro. Aquel 2% que nos guardábamos en el 2012, ahora lo necesitamos para pelearle la victoria. Esa ambición, casi desmedida, de Marc me recuerda a la que tenía yo cuando llegué a MotoGP en el 2008 y la que mostró Valentino (Rossi) en el 2000.
-Dígame la verdad: Marc tiene muchas cosas del primer Lorenzo, ¿verdad que le recuerda mucho a usted?
-No solo a mí. La osadía de Marc, su atrevimiento, su determinación, su querer ganar a toda costa, me recuerda a Valentino Rossi cuando llegó, en el 2000, a quinientos y a mi cuando aterricé, en el 2008, en MotoGP. Gran ambición, cero complejos y poco respeto a los campeones consagrados a los que sé enfrenta. Vale nunca temió a Roberts Júnior, Biaggi o Capirossi; yo nunca temí a Stoner, Pedrosa o Hayden; y a Marc jamás le hemos asustado ni yo, ni Pedrosa, ni Rossi. El entrar sin miedos, sin complejos, con una determinación brutal es lo que te hace ir rápido enseguida. Solo le faltaba experiencia, lo que significa que, la próxima temporada, todavía será un rival más duro. Ha tenido suerte de no hacerse daño pese a caerse mucho.
-Márquez y usted han hecho este año carreras inolvidables y, sobre todo, han mantenido duelos preciosos, trepidantes, ¿me puede explicar cómo puede pilotarse a 300 km/h., rozar el asfalto con el codo, tocarse, adelantarse en plena curva y parecer que no se hace nada?
-Pilotar una moto de carreras, pilotar a 300 km/h., es como bailar con una chica. Me explico: es puro instinto, te sale rápido, fácil, casi sin darte cuenta. Al principio, cuando no sabes bailar, has de estar pendiente de todo: de la música, de no pisar a tu pareja, de contar los pasos… Luego, cuando lo has hecho cientos de miles de veces, todo te sale instintivo y es cuando mejor bailas.
-Hay quien defiende que, cuando se pilota, no es recomendable pensar.
-Yo no diría tanto como eso, pero sí, yo me fío mucho más de mi instinto, de mi corazón, que de mi cabeza. A ver si me explico: yo me di cuenta de eso a los 15 años cuando, en unos entrenamientos, en lugar de pilotar instintivamente, me puse a pensar. Y al pensar '¿en qué marcha voy?', me equivoqué de velocidad, aceleré en lugar de frenar, entré mal en la curva y por poco me voy al suelo. Y todo eso ocurrió porque me puse a pensar. Por eso digo que pilotar una moto es como bailar, hay que dejarte guiar por la música y también por tus instintos.
-Es decir, si piensas, pierdes; si piensas, acabas segundo.
-Los pilotos pensamos en minisegundos. Pero esa reflexión, ese ¿paso o no paso?, ¿quepo o no quepo?, ¿me la juego o no?, esa reflexión, en lugar de fiarte de tu impulso, de tu intuición, es lo que te hace fallar en el adelantamiento, equivocarte de trazad o, incluso, chocar con el adversario. De ahí que debas guiarte por el instinto, por un instinto muy trabajado, fraguado en la experiencia y, sobre todo, en los 23 años que llevas sobre una moto, haciendo lo mismo. Repito, es como bailar. Fácil si has aprendido bien. Y te gusta. Y lo vives.
-Ustedes tienen un punto de loco, ¿no? De lo contrario, ¿cómo puede explicar que se atrevió a correr 30 horas después de soldarle la clavícula izquierda y, encima, acabar quinto ese gran premio?
-En China 2008, cometí la locura de correr con los dos tobillos rotos. Me prometí a mí mismo que no volvería a protagonizar algo así. Pero, cinco años después, este mismo año, en Assen corrí, en efecto, tras ser operado el día anterior de la clavícula.
-Insisto, me lo explica por favor.
-Es mi explicación, nuestra explicación, no digo que sea la explicación. Y, menos, lógica. Somos jóvenes, muy jóvenes, muy valientes y tenemos muchas agallas. Queremos ganar. Los hay más conformistas, pero algunos queremos ganar por encima de todo y de todos. Si fuésemos atletas o futbolistas no podríamos practicar nuestro deporte con dos tobillos rotos o una clavícula recién operada. Pero vamos montados en una moto, que hace buena parte del trabajo sola. Tenemos que estar fuertes para soportar las inercias que provocan las aceleraciones y las frenadas bestiales que sufrimos a lo largo de las 26 vueltas de un gran premio, pero, en cierta forma, la moto va sola, entre comillas. Tú debes guiarla con mucha técnica, tacto, habilidad y experiencia. Y, además, ¡qué caray!, me estaba jugando el título, estaba persiguiendo a Marc, si no hubiese corrido en Assen, no importaba en qué condiciones, Marc se hubiese escapado definitivamente. Debía evitar esa huida.
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