Del ASF al Audi Ultra. Con estas dos expresiones, que ya forman parte del vocabulario de la marca, podría definirse la evolución experimentada por la «construcción ligera» en los últimos veinte años, desde que el fabricante presentase en septiembre de 1993 (Salón de Francfort) la carrocería de aluminio del A8, un modelo que causaría sensación por su bajo peso en comparación a su imponente envergadura.
Si el concepto «Space Frame» se reservaba entonces a los modelos de gama alta, con el paso del tiempo los beneficios de una romana contenida se han extendido también a realizaciones de segmentos inferiores, como es el caso de la nueva generación A3 presentada el pasado año; incluso con la nueva estrategia «Audi Ultra», se han ampliado estos principios a otros muchos elementos del vehículo.
Con un peso de apenas 231 kilos, la carrocería ASF del nuevo A8 sigue marcando pautas en el segmento de militancia, permitiendo una reducción del paseo en orden de marcha alrededor del 40% con respecto a una carrocería convencional realizada en acero.
Baste apuntar que Audi utiliza una docena de diferentes calidades de aluminio en el nuevo A8, que se combinan en perfiles extrusionados y piezas de fundición a presión que acaban por conformar una estructura en la que se integran, mediante presión, las chapas de aluminio que conforman la carrocería.
La consecuencia práctica ha sido la popularización de esta tecnología, como sucedió en el año 2000 con el A2, con el TT en 2006 y, dos años más tarde, con le deportivo R8. En total, se han fabricado más de 750.000 coches dotados con tecnología ASF, y no solamente con vehículos «completamente en aluminio», también en diseños híbridos que combinan el aluminio con otros avanzados materiales ligeros y hasta en piezas específicas de modelos «normales».
También la filosofía de «construcción ligera» tiene que ver con la seguridad y eficiencia «consumista» —la relación peso/potencia… ya se sabe—. Un turismo más ligero tiene menos inercia y, consecuentemente, se comporta mejor en carretera. De igual forma, los consumos y emisiones contaminantes son menores a medida que disminuye el peso del coche.
Paralelamente, la competición -donde cada gramo cuenta- se ha convertido en uno de los bancos de prueba de la tecnología ASF. En 2011 los Biplaza Sport R18 TDI (chasis, carrocería, motor y caja de cambios) se convertirían en embajadores de esta tecnología con una rotunda victoria en la prueba de resistencia más famosa del mundo, las 24 Horas de Le Mans, triunfo revalidado en la pasada edición de 2013.
Más de «andar por la calle», el último de los Cuatro Aros en adoptar la tecnología ASF ha sido el A3 que, en las versiones equivalentes de su antecesor, reduce en hasta 80 kilos su peso merced a su carrocería «multimaterial», que tiene como columna vertebral del habitáculo unos aceros endurecidos en molde que, mediante un drástico cambio de temperatura durante el proceso de conformación, les aporta una elevada resistencia y, como requieren un menor grosor, resultan ser mucho más ligeros:18 kilos menos en su conjunto y 25 menos para el habitáculo que en el modelo anterior, con un ahorro de 4 kilos en los asientos y de 1,5 en el cableado; además, sólo con el capó y las aletas en aluminio, se ahorran otra decena de kilos en el nuevo A3... por poner otro par de ejemplos.
En fin... el siguiente paso está a punto de darse, y de llegar a la producción en serie: las nuevas estructuras híbridas de metal y plástico reforzado con fibra de carbono (CFRP). Ese, ya digo, será el siguiente paso «filosófico» (ya no tan lejano) en la «construcción ultraligera» de Audi.
via http://www.diariodeleon.es
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