El Rally de Francia que comienza mañana será, posiblemente, la prueba más especial de la historia del Campeonato del Mundo de la especialidad. Asistiremos a la última participación del mejor piloto de rallyes que haya visto el firmamento automovilísitico, Sebastien Loeb y, salvo hecatombe, al relevo como campeón de su heredero natural, su compatriota Sebastien Ogier.
Y para los aficionados españoles, con un tercer protagonista en discordia. El nuevo Dani Sordo. Y decimos nuevo porque su primera victoria en un rally del Mundial, el inolvidable de Alemania, debería darle ese impulso que le falta para convertirse en una estrella del WRC. De momento, vuelve a su superficie favorita, el asfalto, donde no tiene que envidiar nada a nadie, con la intención de inmiscuirse en la lucha entre los dos pilotos galos.
No será fácil porque los dos franceses van a dar el máximo por lograr la victoria, por mucho que cada uno de ellos se haya puesto la piel de cordero durante los últimos días. Loeb cree que acusará la inactividad (su último rally de asfalto puro fue el Cataluña de 2012) y Ogier porque tiene un objetivo mayor, el campeonato, para el que solo necesita sumar un punto. Nada de eso. Ambos querrán demostrar que son mejores que el otro en la última ocasión que tendrán de medirse cara a cara en el WRC.
Loeb quiere, y merece, poner el broche de oro con una victoria, la que sería su 79ª en un palmarés inigualable y ante el único rival digno de su nivel que se ha encontrado en sus participaciones en el Mundial. Y Ogier quiere darle el primer título a Volkswagen, pero a su vez demostrar que solo el destino le ha impedido demostrar que, quizá, estaba en condiciones de superar a su compatriota en una temporada completa. Ellos dicen que corren sin presión… pero quizá tengan más que nunca.
Ante dos estrellas de este calibre nombres que en otro tiempo serían protagonistas languidecerán ante el brillo de las estrellas… o quizá los Latvala, Hirvonen y Sordo puedan encontrar una motivación extra para reclamar su cuota de atención. Esperemos que el español sea ese tercer hombre que todos esperan en la campiña alsaciana, una vez liberado del fantasma que le perseguía y con la motivación de que un gran resultado podría despejar las dudas de su futuro en Citroën.
In crescendo
El programa del rally será algo diferente a lo que es habitual ya que, para empezar, arrancará el jueves con el shakedown matutino y, ya por la tarde, con la primera súper especial en Estrasburgo que hará las veces de Power Stage. Como siempre, esta especial repartirá tres, dos y un punto por lo que si Ogier se metiese entre los tres primeros ya sería teóricamente campeón… Sin embargo, para que esos puntos suban a su casillero tendrá que terminar el rally, por lo que hasta el domingo no sabremos si hereda el cetro de Loeb.
El programa de la prueba irá in crescendo. El viernes se disputarán dos bucles de seis tramos que suman 116 kilómetros contra el reloj mientras que el día fuerte será el sábado, con casi 135 kilómetros repartidos en siete especiales mientras que el domingo, Sebastien Loeb recorrerá los últimos 56 kilómetros de su brillante carrera como piloto de rallyes. La última especial terminará en Haguenau la localidad natal del más grande, si bien la ceremonia del podio se celebrará en Estrasburgo.
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