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lunes, 23 de septiembre de 2013

F1 Singapur, abucheos desesperados Sebastian Vettel pone a prueba la paciencia de los aficionados al ganar en Singapur Abucheos a un ganador. Imagen explícita del tedio que experimenta la Fórmula 1 con un dominador aplastante. Pero envidias aparte, la de Sebastian ha sido una carrera para quitarse el sombrero (hasta Niki Lauda lo ha hecho con su eterna gorra): “pole”, vuelta más rápida y victoria de principio a fin. Intachable. Probablemente la Fórmula 1 sea de los pocos deportes en los que quien hace bien su trabajo recibe tantas críticas.

- Sebastian Vettel celebra su victoria en el podio de Singapur
"Por favor, no hagáis eso", decía un sorprendido Mark Brundle cuando entrevistaba a Sebastian Vettel en el podio del Gran Premio de Singapur y gran parte del público no paraba de abuchear. Una situación nada deportiva ni elegante que ya sufrió en el pasado todo piloto que imponía su ley con aplastante dominio, casi dictadura, en el mundial de Fórmula 1. Durante décadas ha sido el fiel reflejo de lo que muchos aficionados sienten cuando ven las carreras y gana siempre el mismo: aburrimiento, cansancio, decepción, tedio… La falta de sorpresas sobre la pista y un único dominador convierten este deporte en una siesta que visita todo el globo terrestre. Claro, eso es visto desde el punto de vista de los perdedores. Los fanáticos del ganador ven una gran demostración de superioridad, de control en todas las circunstancias, de maestría, de valor, de talento, de coraje y valentía. ¿Al final cuál es el punto de vista que importa? Fácil: el de Ecclestone. 

EN ESTE DEPORTE GANA EL MEJOR
Bromas aparte, la actuación de Sebastian Vettel, y lo venimos diciendo desde hace meses, ha vuelto a ser apabullante, perfecta, simplemente ganadora. De campeón. Es verdad que siempre estarán presentes las críticas o dudas sobre qué haría Sebastian con otro coche o en otra escudería, pero sería injusto no reconocerle el mérito de sus triunfos igual que en el pasado hicimos con otros pilotos que dominaron aplastantemente, como Nigel Mansell, Alain Prost o Michael Schumacher. No quedan muy lejos las declaraciones del alemán, que entonces corría con Ferrari, cuando pedía literalmente perdón a los aficionados por hacer la Fórmula 1 aburrida al ganar una y otra vez en cada carrera, a comienzos de este siglo. También Fernando Alonso con el Renault azul hizo lo propio cuando tomó el relevo del alemán. Al final todo se resume en las palabras del español que, reconociendo la superioridad de Red Bull y Sebastian Vettel, se limitaba a decir tras la última carrera nocturna: "En este deporte gana el mejor, y nosotros ahora no lo somos".

Martin Brundle entrevistando a Vettel en el podio de Singapur
LAUDA DARÍA HOY EL TÍTULO A VETTEL
Pero es cierto que algo pasa cuando en casi todas las carreras están presentes los abucheos del público. Que ocurra en Monza, donde siempre habrá una reprimenda a quien gane y no vista de rojo, es casi normal. Pero en el resto de los circuitos se está convirtiendo también en una moda: "No está bien", ha declarado Martin Brundle. "Realmente me sorprendieron los abucheos. Este chico ha tenido un impresionante rendimiento deportivo". 
Niki Lauda tampoco está de acuerdo en que se abucheé al ganador de una carrera.Por mucho que le enoje a los aficionados rivales, asegura, este deporte le debe respeto al ganador: "Los abucheos son ridículos. Yo me quito el sombrero ante él; le daría el título mundial hoy mismo", aseguraba a Sky Sports. Damon Hill coincidía con el expiloto austríaco en el aspecto deportivo, pero recordaba que quizá el público estaba aún molesto con ciertas actuaciones polémicas del alemán, como el famoso "multi 21" de Malasia. Sea como fuere, el damnificado se limita a sentirse a gusto consigo mismo: "Para mí es un cumplido", asegura Vettel. "Están celosos porque gano. Parece que van de viaje de un circuito a otro [para abuchearme], y que son los suficientemente ricos como para venir a Singapur", bromeaba en la conferencia de prensa. 

LA GRAN SALIDA DE ALONSO
Ya deportivamente, la carrera de Singapur fue una extraña mezcla de estrategias y virutas de goma, muchas virutas de goma. El español de Ferrari marcó un esperanzador comienzo de carrera subiendo desde su decepcionante séptima plaza en la parrilla hasta nada más y nada menos que el tercer lugar. Alonso protagonizó una de sus típicas arrancadas firma de la casa con la que pretendía resarcir a sus aficionados de un sábado (de nuevo) decepcionante.
Salida del GP de Singapur en la que Fernando Alonso avanzó del séptimo pueso al tercero en los primeros metros
Todo fue posible gracias a una preparación previa del español, que vio vídeos y más vídeos de las anteriores ediciones de este gran premio, para comprender cómo se comportaban los pilotos y los coches en la arrancada: "En la salida pude pasar a tres coches, después de haber estudiado las salidas de los grandes premios anteriores, pero luego no pude adelantar a Rosberg". La inteligente estrategia también funcionó: "La decisión de pasar por boxes cuando salió a pista el coche de seguridad dio sus frutos, aunque no fue fácil llegar hasta el final con los neumáticos al límite". 

VETTEL, EN OTRA DIMENSIÓN
Por delante, ajeno a todo, Vettel es escapaba y abría hueco para administrar su ventaja a placer. El equipo le advertía del riesgo de destrozar los neumáticos para acumular unos segundos que se podían evaporar ante un más que posible coche de seguridad, que le dejaría sin gomas y sin ventaja al mismo tiempo. Pero el alemán lo tuvo todo a su favor, y cuando Daniel Ricciardo se estrelló, Vettel tenía la carrera ya en el bolsillo. Pudo completar su estrategia sin problemas y en ningún momento vio peligrar su tercera victoria en Marina Bay. Vettel firmó la Pole, la vuelta más rápida y dominó desde la primera hasta la última vuelta sin perder nunca su primera posición. Bueno, en la salida tuvo que pelearla de tú a tú con Nico Rosberg, quien en un primer momento se puso al frente, pero Sebastian enseguida vio el hueco por donde colarse al Mercedes y recuperar la cabeza de la carrera. Al final de la primera vuelta ya había logrado nada más y nada menos que dos segundos de ventaja. En la segunda, 4,1. Estaba en otra carrera, casi en otra dimensión. Al final de la carrera entró a meta con 32,6 segundos de ventaja sobre Alonso. Toda una demostración de superioridad. 

Vettel rodando en solitario por el trazado de Marina Bay
LA "KÍMICA" DE KIMI
La de Alonso no fue la mayor remontada del día: Kimi Räikkönen se subió al podio después de haber partido decimotercero. El finlandés contó con un nutrido apoyo de sus numerosos aficionados, que no le han abandonado después de tantos años en F1, pese a su retiro temporal y a una vuelta compleja. Sigue habiendo química entre él y el público. En Singapur, aquejado de sus dolores de espalda, completó una notable actuación, con un adelantamiento en particular muy espectacular por el exterior de la curva 14 a Jenson Button en la vuelta 54ª. Kimi dará mucho que hablar la próxima temporada vestido de rojo al lado de Fernando Alonso. Peor le fueron las cosas a Nico Rosberg, que parecía que iba a tener una buena carrera, pero las virutas de goma pegadas a su monoplaza arruinaron su aerodinámica y perdió rápidamente rendimiento. 

EL INEVITABLE COCHE DE SEGURIDAD
Uno de los momentos clave de la carrera fue el accidente del Toro Rosso de Ricciardo. Estaba claro que tarde o temprano iba a aparecer el coche de seguridad, pues siempre ha aparecido en este circuito. Eso hizo que muchos pilotos (Alonso, Grosjean, Massa, Button, Räikkönen, Pérez, Hülkenberg y Gutiérrez) entraran en boxes para montar neumáticos medios con los que intentar completar las 36 vueltas restantes que faltaban para llegar a la meta. Sólo Vettel, Rosberg, Webber y Hamilton continuaron en la pista con sus estrategias originales. Eso desbarató el pelotón, pero dio una buena oportunidad especialmente a Alonso y Räikkönen, que acabaron en el podio, mientras que los McLaren y los Sauber lo pasaron muy mal en las últimas vueltas, en las que Webber, Rosberg, Gutiérrez, Hülkenberg, Pérez y Button animaron al público con interesantes y espectaculares luchas y adelantamientos. Aunque el respetable preferiría que hubieran sido en la cabeza de la carrera. 

PASAJEROS DE LUJO
Desgraciadamente para el australiano de Red Bull, sus ingenieros le advirtieron a pocas vueltas del final que debía conservar el motor y su caja de cambios cambiando a pocas revoluciones. No fue suficiente: en la penúltima vuelta su coche empezó a echar humo, y en la última se incendió: "En las doce últimas vueltas hemos visto que su motor empezaba a perder presión", explica Christian Horner. "El agua se escapaba y era cuestión de tiempo que se sobrecalentara. Ha sido en la última vuelta", se lamenta.

Fernando Alonso llevando de vuelta a boxes a Mark Webber al término del Gran Premio

La curiosa imagen de Alonso recogiendo al de RBR recordó a la de Senna llevando a Nigel Mansell en Inglaterra 1991, a Michael Schumacher haciendo lo mismo con Giancarlo Fisichella en Alemania 1997 o el más peculiar y espectacular episodio del Gran Premio de México de 1986, cuando Stefan Johanson y Renè Arnoux se subieron al Ligier de Phillippe Alliot para que les llevara a boxes. Pero se quedaron sin gasolina, y los tres se tuvieron que montar en el Williams de Nelson Piquet que pasaba por allí, ante el asombro y las risas del público. Esta vez a Mark Webber no le ha hecho tanta gracia, pues además del abandono, la FIA le ha impuesto una sanción de diez posiciones para la próxima carrera, pues era la tercera reprimenda para el australiano en lo que va de temporada. En cualquier caso, podríamos decir que Fernando Alonso (que también se llevó una reprimenda) le dio un buen homenaje a un piloto que se retirará a finales de esta temporada. Al menos eso no se lo quita ya nadie.

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