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jueves, 12 de septiembre de 2013

Montaña de Pikes Peak, 156 curvas en 20 kilómetros La legendaria carrera a las nubes de Pikes Peak que cada junio, desde 1916 se lleva a cabo en Colorado, es como tirarse en paracaídas a la inversa, pero sin el paracaídas

Montaña-de-Pikes-Peak-156-curvas-en-20-kilometros-
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TERCERA PARTE 

La legendaria carrera a las nubes de Pikes Peak que cada junio, desde 1916 se lleva a cabo en Colorado, es como tirarse en paracaídas a la inversa, pero sin el paracaídas. Inicia a 1,440 metros de altura y termina en la cima a 4,300 (14,110 pies), la adrenalina trabaja al 100% y se ocupa, para estar bien enfocado en la pista. El miedo también se necesita para medir el peligro, eso sí, controlado porque si se te pasa te puede costar la vida.

En nuestro caso de aficionados, que juramos subir despacio, a la mera hora no respetamos del todo los límites de velocidad y nos costó una multa simbólica (los guardabosques no pueden multar, pero amenazaron con corrernos del parque), eso fue dos kilómetros antes de al cima. Antes nos tocó parar unos 10 minutos porque estaban filmando la película número siete de “Rápido y Furioso”, donde nos tocó ver al equipo de producción trabajando con grúas, carros deportivos, jeeps blindados, carros especiales donde llevan las videocámaras. Claro que los actores “ni sus luces”.

Al llegar a la cima y ver las nubes que te rodean es como estar volando, el paisaje, junto a la alegría de llegar sano y salvo es una euforia muy agradable. Después de unos minutos el escaso oxígeno empieza a causar leves dolores de cabeza además del vértigo, pero nada que moleste; comimos y compramos algunos regalos del lugar para la familia, fotos y a “rodar” ahora de bajada para seguir nuestro camino a Gunnison, Colorado, pasando montañas, planicies, arroyos de aguas cristalinas, donde por cierto me he parado a pescar buscando truchas con mi caña “voladora” (Fly Fishing), pero no he tenido suerte, porque tampoco le he dedicado lo suficiente, espero mañana o pasado ganchar una trucha “arco iris” aunque sea tamaño llavero.

Curiosa la vida, buscaba una trucha “arco iris” y la madre naturaleza me regaló un arco iris doble y completo que la foto no quiso develar su grandeza.



Entrando a Utha entre curvas mojadas

CUARTA PARTE

Salimos de Gunnison, Colorado, a las 10:00 de la mañana… tarde, pero sin sueño.

Desde la noche anterior vimos el pronóstico del clima con 60% de probabilidades de lluvia y 80% por la tarde, ese “Güero Chanel” no nos desalentó, salimos sin lluvia por la Carretera Estatal 50 al oeste, costeando el río Gunnison y más adelante la Presa Morrow.

Apenas llevábamos 60 millas recorridas y empieza la llovizna, en Montrose paramos a ponernos los impermeables, de ahí volteamos al sur con rumbo a Telluride, para seguir ahora al oeste por otro cañón con arroyo de aguas turbias, por las lluvias recientes.

Con el agua en la visera del casco se dificulta la visibilidad, los pequeños charcos en el pavimento te pueden sacar de la carretera, lo resbaloso en caso de freno de emergencia, en fin, el riesgo de accidente aumenta sin duda, pero también la precaución.

Pensé en inventar un casco con limpiabrisas automático. Y por ir pensando “ideotas” me pasé del entronque a Egnar casi pegado a la guardarraya con Utha, sólo tres millas, más otras tres de regreso. También ahí me di cuenta que el odometro de mi moto pasó las 5,000 mil millas, es bebé todavía, las cuales 1,100 son de este recorrido más las que se sumen a Blanding, Utha, donde pernoctamos hoy. De ahí, 400 millas más para Mesquite, Nevada, ya muy cerquita del infierno.

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