La lluvia, el fango y esa maldita 'ese' a 45 kilómetros de la localidad bonaerense de Pourtalé fueron los mudos testigos, aquel 3 de marzo de 1963, del final de una de la figuras fantásticas que dio el Turismo Carretera, el múltiple campeón Juan Gálvez, quien inmortalizó su pasión perdiendo la vida en su ley, peleando el primer lugar de una carrera.
Hace 40 años hubo silencio y dolor. Cuando el motor del Ford azul de Juancito se calló definitivamente, tras chocar con un montículo de tierra y despedir del vehículo a su conductor, y así el automovilismo argentino perdía al máximo campeón del TC e ícono del deporte motor.
Tenía 47 años, nueve títulos sobre sus espaldas, 59 triunfos, cinco de ellos en grandes premios de la República, y la devoción de miles de amantes de los fierros que lo tenían junto a su hermano, Oscar, en la cima del olimpo deportivo.
De nada sirvieron después del fatal choque los lamentos, la remota posibilidad, nunca confirmada, que esa sería su última carrera, en una prueba que por la lluvia muchos pensaron que no debía largarse.
Todo eso es historia. Juan Gálvez, con su caracter métodico,perfeccionista e introvertido, estuvo allí, en la largada de laVuelta de Olavarría, a pesar de los consejos de su hermano,decidido a dar batalla a los nuevos dueños del TC, los hermanos Emiliozzi, en su propio terruño, desde la apertura de la temporada.
Juancito, que había debutado en el Turismo Carretera como acompañante de su hermano en la década del '30 y saltó a la independencia deportiva en 1941, punteaba con nueve segundos dediferencia sobre los Emiliozzi --quienes descontaban metro ametro-- cuando en una traicioneara 'ese', conocida como 'Camino delos chilenos', perdió el control de su vehículo y desató la tragedia.
Como era ya una costumbre, Juan corría sin usar el cinturón deseguridad, y su cuerpo fue despedido tras golpear la cabeza contra el techo lo que le ocasionó la fractura la vertebra cervical. "No le gustaba usar cinturón, una vez vio quemarse un piloto por no poder desatarse y esa imagen lo condicionó para siempre", contó años después su entrañable hermano, Oscar.
¿Quién puede criticarle la falta de profesionalismo al pilotomás efectivo de la categoría? Exhibió durante sus 14 años deactividad las mejores cualidades de un volante: fue sinónimo de análisis, preocupación y trabajo.
Un estratega innato que siempre estuvo lejos de laimprovisación, de la aventura, aunque a la hora de correr demostró en decenas de oportunidades sacar de la galera la magia de lo impensado.
Junto a "Aguilucho" compartían la virtud de ser dos formidables mecánicos, una condición fundamental que --sumado al talento para conducir-- los hacía verdaderos genios en las rutas.
En ese marco, Juancito se enorgullecía en silencio de poder cambiar en 21 minutos un puente trasero o en 42 podía cambir las bielas del Ford.
Los separaba a los hermanos Gálvez, no sólo su temperamento, sino tener claro sus objetivos y limitaciones. Juan, durante un tiempo coqueteó con los autos especiales y comprobó que su manejo estaba más identificado con los autos en techo, el ripio y la tierra.
El agua, el barro y esa maldita 'ese', se llevó al hombre silencioso que estudiaba profundamente los caminos, la orientaciónde los vientos, registraba todo en cuadernos que eran apuntes de sabiduría.
Juancito quedó tendido en esa curva bonaerense, pero su amor alos 'fierros' y la idolatría del pueblo del TC lo resucita en cadalargada de la categoría más popular, porque su nombre es grandezay también pasión.
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